Vert de bleu

En Balsan, en 2019, Vert de bleu está listo para trazar su camino de luz.

Azul, verde, turquesa… El uno o el otro y, a la vez, uno y otro. Un verde y, a la vez, un azul de su tiempo, de última tendencia. Para el año que viene, Balsan elige un extraordinario color con visión de futuro y le pone nombre. Siguiendo en la línea de modernidad, creatividad y constante innovación de la marca, Balsan bautiza su color del año 2019 como Vert de bleu. Una revelación mágica…

Colores asociados:

Vert de bleu de Balsan es un color indefinible, en la frontera entre el verde y el azul, como el aire y el agua. Un verde y, a la vez, un azul. Este verde mágico, matizado por los reflejos azules de una luz interior, es único. Con toda la riqueza de un color indefinible, infinito y mágico. Indefinible como el color de la luz, del horizonte, de esa línea donde se funden el cielo y el agua. Infinito como la chispa mística, la luz espiritual, como el alma que da a las cosas este color tan especial. Mágico como la energía de la renovación, de la regeneración que infunde cuando el turquesa reinventa las cosas. Porque, sin dejar de estar en el espectro cromático de los azules convencionales, institucionales, los del código establecido, el establishment, el turquesa reinterpreta el azul de un nuevo modo, lo moderniza, lo rejuvenece. El ejemplo más claro es el de los bancos y compañías de seguros en línea. Esas versiones on line de sistemas financieros tradicionales y afianzados, contemporáneas o futuristas, optan todas por el turquesa en sus nuevas imágenes de marca. El turquesa, color de la iluminación y el alumbrado, elegido por su gran legibilidad, es la versión actual del azul oscuro convencional, un azul marino rejuvenecido, adaptado al estilo de su tiempo. El equilibrio perfecto entre tradición reinventada y modernidad, un punto intermedio de calidad, elegido sin duda para conquistar otros objetivos nuevos y crear su nuevo discurso 2.0.

Vert de bleu es obviamente un turquesa: su nombre está, por supuesto, vinculado a la conocida piedra semipreciosa. Lo que no se conoce tanto, en cambio, es que el turquesa mineral tiene que ver con un estado de serenidad casi mística, relacionado con la espiritualidad de las fuerzas telúricas. En todas las tradiciones étnicas, de culto y culturales, tanto en el Nuevo Mundo como en el Antiguo, la turquesa se considera una piedra sagrada, un amuleto, un talismán. Su particular propiedad de cambiar de color en función de la luz, de lo claro que esté el cielo, de las nubes o de la fuente de luz siempre ha dado al mineral turquesa un papel de mediador entre lo divino y lo terrestre, entre lo sagrado y lo mágico. El turquesa es un transmisor de mensajes entre el ser humano y las fuerzas de la naturaleza. Desprende naturalmente una gran energía intrínseca y su color es tan intenso que recuerda a la vez a la luz, al color del cielo y al punto de encuentro entre el cielo y el agua. Combinando las virtudes del tándem verde/azul, el turquesa plasma un estado de gracia, de equilibrio interior, el dominio de sí mismo, una espiritualidad serena.

El turquesa es el color del zen, de la armonía en color.

Vert de bleu lleva dentro la vivacidad, una belleza punzante, un punto vivificante, un toque de modernidad que se agradece. Como un espíritu que insufla vida a un objeto, a un diseño, el turquesa brinda a los objetos inanimados una vida interior. Ese gran aliento espiritual es el turquesa quien lo infunde, quien insufla a su alrededor ese extra de vida, una nueva energía, una segunda vitalidad. Hoy, Vert de bleu es el color portador de la inteligencia, la innovación y el dominio de la tecnología. Al Vert de bleu, que asume plenamente su gran visibilidad y su singularidad, va unido, por la profundidad y la fuerza de su color, un posicionamiento de gama alta acorde con la influencia de la modernidad y las últimas tendencias.

En Balsan, en 2019, Vert de bleu está listo para trazar su camino de luz.